Sesión de tarde

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Salir de clase con sol todavía y meterse en el cine, en la tarde cálida casi de verano, con los colores pop de los tulipanes en cualquier tramo de jardín y en los alcorques de los árboles. Una película belga extraordinaria, tan llena de desolación como de ternura, de vida común muy bien observada: Le gamin au vélo, El chaval de la bici.  La desnudez de la historia se corresponde con la del título: un chico solitario y nervioso que vive en una casa de acogida va de un lado para otro en su bici buscando a un padre esquivo al que ama con una ciega lealtad animal. La película trata, entre otras cosas, de lo fácil que es que se extravíe para siempre una vida: del valor de la compasión y de unas formas de protección social que pueden ser la única red que salve a un inocente perdido de un povenir siniestro. En Estados Unidos chicos así acaban en cárceles de adultos arrastrando los pies encadenados y con esposas atadas a la cintura.

Atisbos de la mejor Europa: llanuras con canales y gente tranquila en bicicleta; la malla de un bienestar que quizás solo se valora cuando se está lejos de él o cuando se ha perdido. La música de fondo es el tiempo lento del concierto de piano nº 5 de Beethoven. Pero ahora todo lo vemos tras una ligera niebla triste que es la de la actualidad española. Tomando algo después del cine hablamos de lo que nos ha gustado la película y unos minutos después ya nos acordamos de nuevo de la irresponsabilidad vergonzosa, la grosería imperdonable del rey. Esa cacería de elefantes es una ofensa que no se puede perdonar, que no nos merecíamos.No se lo merece la gente que está sin trabajo, la que está asustada por la incertumbre, la que a pesar de todo se empeña en cumplir con su deber cada día, las muchas personas invisibles que han sostenido el país a pesar de la incompetencia de los gobernantes y de la atmósfera de cinismo, cainismo  y desgana que la clase política y sus aliados en los medios llevan tanto tiempo sembrando.

Le gemin au vélo
Le gemin au vélo